Padrino promoción 2011 (ETSINF-UPV)

Aquí está el discurso que leí como padrino de la promoción del 2011 de la ETS de Ingeniería Informática de la UPV el 16 de diciembre de 2011.

Sr. Rector Magnífico, Ilmo. Sra. Directora General, Sr. Director y Subdirectores, amigos todos.

En primer lugar quiero agradeceros el honor que me supone que me hayáis elegido como padrino de vuestra promoción. Muchos de vosotros habéis sido alumnos míos, y hoy me siento feliz al ver que habéis llegado hasta el final de vuestros estudios universitarios. Mi más sincera enhorabuena a todos vosotros, y con vuestro permiso, quiero extender mis felicitaciones a vuestros padres, familiares, parejas y amigos aquí presentes, pues este logro también lo viven como un poco suyo. Además, quisiera agradecer a la Escuela y a la Universidad el hecho de organizar un acto como éste, y a la Delegación de alumnos su colaboración prestada en la preparación del mismo.

Para los que no me conocéis soy profesor de matemáticas en la escuela. Hoy no hablaré de matemáticas, sin embargo, tengo algunas reflexiones personales sobre los números y el uso que les damos, que creo que os pueden ser útiles en vuestra futura vida laboral como ingenieros. Me gustaría compartirlas con vosotros. Quizá sería mejor hablar de ellas tranquilamente tomando un café o una cerveza, o que las tratáramos dentro de un tiempo, cuando os viera y experimentara lo que ya decía Ramón y Cajal, “la más pura gloria del maestro consiste, no en formar discípulos que le sigan, sino en formar sabios que lo superen”. Pero por si no se da la ocasión o por si nos vemos de pasada, y no tengo otra oportunidad, quiero aprovechar este momento para contaros estas ideas.

En vuestra vida laboral van a aparecer en muchas ocasiones números y fórmulas para intentar medir vuestro trabajo. No son matemáticas tal y como yo las entiendo con sus teoremas, sus ecuaciones y sus problemas abiertos, pero al fin y al cabo son números y para mucha gente todo lo que tiene números son matemáticas. Sin embargo, como veréis, no va a aparecer ninguno de ellos.
La primera reflexión es que la justa medida de vuestros logros no se puede plasmar sólo con números.

Sé que ahora tenéis un título de Ingeniero, con una lista de asignaturas superadas, con su número de créditos y su nota, y una nota media del expediente, pero una carrera es algo más que eso.
De mis años de estudiante recuerdo vivamente las entregas de trabajos, la resolución de problemas con otros compañeros y las tardes y las noches estudiando en mi habitación, en casa de un amigo o en la biblioteca. Recuerdo las asignaturas en las que di todo lo que pude, porque me ayudaron a darme cuenta de que podía lograr mucho más de lo que pensaba que era capaz. Recuerdo también las asignaturas que suspendí porque me enseñaron a rectificar, a mejorar y a pensar que lo podía hacer mejor, y estas experiencias me sirvieron para aprender lecciones mucho más útiles que el propio contenido de la asignatura en cuestión. Seguro que vosotros también habéis experimentado estas sensaciones y que podríamos pasar horas hablando de ellas.

Todo eso no queda escrito en un expediente, eso queda escrito en vuestra memoria y en vuestro corazón, y cuando en una entrevista de trabajo os pregunten por vuestra experiencia, recordad que os preguntan explícitamente por la experiencia laboral, pero implícitamente lo que quieren es saber que hay en vuestra vida además de una lista de asignaturas con sus respectivas notas. Quieren saber quiénes sois y de qué sois capaces, quieren saber si se podrá confiar en vosotros y qué garantías tendrá vuestro trabajo. Pensad en todos vuestros logros y dádselos a conocer, demostradles que seréis capaces de afrontar los nuevos desafíos que os propongan. Eso es lo que quieren saber, qué otros logros habéis cosechado, pues no todos vuestros logros se pueden medir con números.

La segunda reflexión es que los números son sólo una ayuda para tomar decisiones.

Euler inició la Teoría de grafos al resolver el problema de los Puentes de Königsberg, Newton se sirvió del cálculo integral para establecer las leyes de la física clásica, Fourier introdujo sus series para resolver el problema de la transmisión de calor, etc… Buena parte de las matemáticas ha surgido al intentar aportar una solución a problemas físicos y de la naturaleza. En otras ocasiones han sido descubiertas a raíz de buscar una respuesta a problemas planteados dentro de la estructura misma de las matemáticas. Pero su razón de ser nunca ha sido tratar cuestiones intangibles más allá del marco teórico y ni mucho menos categorizar a los seres humanos, ni su labor.

En vuestro trabajo estaréis sujetos a horarios, tiempos de respuesta, costes, beneficios, índices de productividad, valoraciones de los usuarios,… Los números de estos indicadores os ayudarán para ver en qué medida contribuye vuestro trabajo a la consecución de los objetivos de la empresa o de la institución en la que trabajéis. Son una guía para organizaros, son un mapa para no perderos. Pero parafraseando al neurolingüista Korzybski, “un mapa no es el territorio que representa, del mismo modo que un número no es la persona a la que representa”. Los mismos indicadores de los que hablamos limitan, de manera inherente, lo que podemos conocer acerca de una persona y de su trabajo.

Esos números, son sólo números, números que no vienen de fórmulas que gobiernan la naturaleza y por tanto hay que ser cautos con su uso. Si los tomáis demasiado en serio probablemente os volváis grises, como los hombres de los que huía Momo. Si vuestras únicas metas son mejorar unos números y competir con vuestros compañeros por tener unos números mayores, entonces no disfrutaréis de vuestro trabajo, os empobreceréis al evitar colaborar con ciertas personas a las que consideréis rivales y abandonaréis todo aquello que no sea medible. Más aún, os encontraréis haciendo cosas que no os gustan ni por las que sentís entusiasmo, únicamente sólo para hacer que un número sea mayor.

Vuestro trabajo terminará por no ser tan bueno ni de tanta calidad, pues acabaréis perdiendo la ilusión y con ello el valor añadido que voluntariamente y al margen de los números, le dais a lo que hacéis para que sea mejor, para que sea auténticamente vuestro, para que sea genuino y sobre todo, para que sea especial para las personas por las que lo hacéis. Recordadlo, los números son sólo una ayuda para tomar decisiones, al final las decisiones las tomamos las personas. Esto lleva finalmente a plantearnos qué otro criterio podemos tener para tomar decisiones, si no podemos contar únicamente con los números.

Godfrey H. Hardy, un conocido matemático, al final de su vida escribió un ensayo titulado Apología de un matemático en el que intentaba justificar una vida como la suya dedicada a las matemáticas. Tras hacer un repaso a su concepción de las matemáticas y contemplando su trayectoria profesional, concluyó con satisfacción que había contribuido a engrandecer el conocimiento y a ayudar a otros a que lo engrandezcan.

Esta definición se puede aplicar a todos aquellos que se dedican a la creación, a la investigación y a la innovación. Generalizando, podríamos decir que una vida lograda es aquella en la que contribuimos a aumentar y mejorar el bienestar de los demás y a ayudar a otros a que lo aumenten y mejoren.

Si no estáis convencidos de que lo que hacéis contribuye a la sociedad haciendo que la vida de los demás sea más fácil, más satisfactoria, más estimulante o bien dotándoles de más y mejores herramientas y oportunidades para que lo logren por sí mismos, quizá deberíais replantearos por qué hacéis lo que hacéis y qué sentido tiene.

Parece que tomar una decisión adecuada sobre a qué dedicarse en la vida es muy difícil, pero no lo es tanto, es sencillo siempre y cuando os dediquéis a algo que os haga felices. Si lo hacéis siempre estaréis dispuestos a dar lo mejor de vosotros y a intentar que los demás disfruten con el fruto de vuestro trabajo. Quizá todavía no lo tengáis muy claro, pero poco a poco iréis viendo cuál es vuestro camino, y sobre todo cuáles no lo son. Tened presente que nos caracterizamos tanto por las cosas que hacemos, como por las que decidimos dejar de lado.

Una vez que os hayáis decidido qué hacer y qué no, sólo me quedaría daros unas indicaciones que os pudieran servir para que podías dar lo mejor de vosotros en vuestro trabajo.
Sed siempre exigentes con vosotros mismos. Siempre se puede hacer todo un poco mejor. Para ello intentad no vivir engañados en la autocomplaciencia, valorad las sugerencias que os hagan los demás y no temáis sus críticas.

No os desaniméis cuando las cosas no salgan como deseabais. Pensad que nunca hay fracasos, lo que obtenéis como fruto de vuestras acciones son sólo resultados y éstos siempre se pueden mejorar. Levantaos y seguid adelante. La vida es demasiado corta como para lamentaros, pero tan larga como para que no se nos presente una nueva oportunidad en la que hacerlo mejor.

Fijaos siempre metas y nuevos objetivos. Nunca es tarde para afrontar nuevos desafíos. Lo que llenará vuestras vidas no es tanto lo que conseguís sino que lo que hacéis todos los días para conseguirlo plenamente, como decía Robbins (entre otros), el viaje es la recompensa y para viajar uno necesita un sitio al que ir.

Intentad rodearos de los mejores, no temáis que os superen, os enriquecerán a nivel personal y os permitirán alcanzar metas y objetivos más ambiciosos.

Y por último, pensad que otros vendrán después de vosotros, intentad ayudadles para que estén preparados, pues también vosotros encontraréis dificultades y también personas que harán todo lo que puedan para que las superéis. No os olvidéis de compartir lo que sabéis hacer, no lo hagáis sólo por sentiros mejor, sino para ayudarnos a todos.

No me quedan más ideas que contaros, sin embargo me gustaría dejaros algo que os pudiera servir para recordarlas y por qué no, ya que las navidades son inminentes, si fuera algo parecido a un regalo navideño pues tanto mejor. Por ello había pensado evocar una de mis películas favoritas, ¡Qué bello es vivir!, de Frank Capra. Aquí tenéis una foto de James Stewart en la misma.

La película es un cuento muy apropiado para estas fechas. Para los que no la hayáis visto, no os privaré del placer y para los sí que la hayáis visto, os indico por qué la he elegido: La familia del protagonista, George Bailey, gestiona una empresa de préstamos muy honorable que construye casas. Los números de su empresa no son una maravilla y por circunstancias ésta se ve abocada a la quiebra. Sin embargo, los logros de George y de su trabajo no se pueden medir con dinero, porque no incluyen todo lo que ha hecho por hacer felices a los demás.

No me resisto a hacer otro apunte. La película fue considerada como un cierto fracaso por los estudios. Tampoco ganó ninguno de los 5 óscars a los que estuvo nominada. Malos números. Sin embargo, la película ganó reconocimiento con el paso del tiempo. El American Institute Film en el año 98 la eligió como una de las 100 mejores películas de la historia del cine y posteriormente como, la película norteamericana más inspiradora de la historia. Si no la habéis visto, tendréis que verla para comprobarlo.

Bueno esto es todo, sólo me queda deciros que espero haberos inspirado al menos un poquito durante estos minutos, el hecho de ponerme delante de una pizarra para enseñar matemáticas es lo que me inspira a mi, y por eso os quiero dar las gracias a todos vosotros. Muchas gracias.

Valencia, a 16 de diciembre de 2011.

Alberto Conejero Casares